lunes, 12 de diciembre de 2011
Frustración y felpa
Tu amor es un peluche rancio
con grandes ojos plásticos
que un día vieron cada vil rincón
de mi ciudad oscura.
Tu amor vive entre ratones,
libros amarillos,
madera y telaraña,
en un océano de polvo y horas.
Y sonríe invariablemente.
Y siempre que lo tengo en las manos
sé que dentro de esos ojos
grandes, negros, duros
que miran fijamente a ningún sitio
está todo lo que tú veías
y yo nunca supe
de mi propio mundo interior:
desde cuánto cuesta
una cerveza de alce
en mi taberna de asesinos,
hasta el nombre
del río más contaminado
de mi geografía.
Y yo le pregunto educadamente
pero él nunca dice nada
y esa sonrisita muda me pone enfermo
y entonces me harto del juego
y lo agarro por una pata
y lo volteo en el aire
y le golpeo la cabeza
contra un viejo cabecero de cama que hay
una y otra vez
una y otra vez
y le grito ¡habla! ¡habla! ¡HABLA!
una y otra vez
contra el cabecero.
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Creo que tengo que ir a mirármelo.
ResponderEliminar¡No, no te mires nada, déjalo así, como está!
ResponderEliminarM
Hay silencios que pueden volver loco.
ResponderEliminarCreo que la aceptación es un ancla en la cordura.
Pues yo un poco sí iría a mirármelo...
ResponderEliminarY sigue sin contestar, supongo... será...
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