No buscaba empatizar.
Le parecía otra manera de llamar la atención
de sentirse querido y respetado
- díselo a él; siempre tiene una respuesta-
de una manera absurda y facilona.
Pero si alguien machacaba una piedra
parte de sus dedos se rompían en pedazos.
Si oía una voz más alta
- decibelios aparte-
le estallaban en trozos los oídos.
Así que buscó aislarse en una sombra
y se fundió en negro.
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