martes, 31 de mayo de 2011
La dialipétalo felposa
Cuando termina el otoño
y llega el frío
nos gusta reunirnos por las noches
siempre dentro de la misma flor:
una vieja amapola de hojas gruesas y peludas.
Entre todos y con cuidado
cerramos sus pétalos,
y una vez entramos en calor
llenamos nuestras diminutas jarras de rico néctar
y cantamos alegres y antiguas canciones.
lunes, 30 de mayo de 2011
Invidencia a la cacea
Hay un ciego abajo en mi calle
que solo piensa en ver y en comer.
A veces me entretengo dejando caer,
desde la ventana,
un sedal y en el sedal un anzuelo y en el anzuelo un trozo de carne y en la carne un poco de salsa de cabrales,
para que huela más fuerte.
Puedo estar varios minutos engañándole,
moviendo el señuelo aquí y allá,
y él nunca deja de seguirlo
infatigable con sus gafas de sol y sus golpecitos de bastón en la acera.
Llega un momento en que me cansa el juego
y entonces dejo caer el cebo
para que lo coma tranquilamente.
Pero algún día conseguirá alcanzarlo
antes de que me aburra:
ese día lo subiré hasta la ventana
y me lo comeré.
domingo, 29 de mayo de 2011
Derrubio que tiembla
El río creció lentamente
y fue llevándose todo lo que encontraba en la orilla,
que es como decir todo lo que yo había amado:
mi casa
mis caballos
mi huerto
mi mujer
mi Macbook
mi maqueta del San Juan Nepomuceno.
Pero ha visto mis ojos
llenos de odio sin medida
y está pensándose muy mucho
devolvérmelo todo,
no vaya a ser.
lunes, 23 de mayo de 2011
Dislocación certificable
Hace como 30 segundos
que presento ciertos síntomas:
dolor agudo en el hombro,
mareos,
y una desagradable sensación
de que algo no está en su sitio.
Vengo de rodar tres metros escaleras abajo,
pero hasta que me examine un auténtico doctor
-y le exigiré ver su título
y sus diplomas
y sus publicaciones
y su estetoscopio-
no estaré seguro de qué es lo que me pasa.
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