lunes, 25 de julio de 2011
Aprendizaje
Una musaraña se acercó al lago
y en el lago había una roca,
y en la roca había una rana.
Se detectaron
y se quedaron quietas
muy quietas
absolutamente quietas
mirándose
sin pestañear
ni pronunciar una palabra.
Y así estuvieron toda la mañana
sin dejar de mirarse
sin moverse un ápice
mientras el sol se alzaba lento
desde las colinas
y solo se escuchaba el obstinado zumbido
de algún insecto.
Solo cuando cada una de ellas
aprendió a guardar silencio
en el idioma de la otra,
se despidieron sin decir nada.
La rana se zambulló en el lago
y la musaraña se fue a buscar
lo que sea con lo que se entretengan las musarañas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ostras... pues es verdad... ¿con qué se entretienen las musarañas?
ResponderEliminarMiran a las personas durante horas, creo...
ResponderEliminarM