No quiero que el gran Yi
derrame sobre mis rudas manos
un torrente infinito de jade.
Ni el poder de danzar
sobre el agua de un estanque
mientras oigo las flores
del loto sagrado
respirar a mi alrededor.
No quiero ser el hombre
al que alaban por sus palabras,
porque no creo
en las palabras de los hombres.
Mi alma solo necesita ver,
tras el largo camino de vuelta,
mi cabaña, allí a lo lejos.
Justo allí,
en ese rincón de tu espalda.
Te superas!!
ResponderEliminarM
Nu sé. Me levanté étnico y mimosón. ¿Nunca te despertaste un día así como étnica y mimosona? Pues eso.
ResponderEliminarPrácticamente todos los martes, querido... Otros días me despierto socialdemócrata (pero se me pasa al minuto). Ah, hoy he soñado con usted :-)
ResponderEliminarM
Ay, ay, ay... pero yo por qué sigo leyendo me pregunto... étnico y mimosón dice... pa mi casa te llevaba yo!
ResponderEliminarQué preciosidad, voy a leerlo otra vez, y otra vez, y otra vez...