miércoles, 16 de noviembre de 2011

Geometrías



Imagínatelo por un momento:

yo
con un jersey de lana,
tumbado en la arena
bajo un sol como de desierto
con las manos atadas a la espalda.

Y toda esta arena infinita
pertenece al interior
de un antiguo reloj,
sobre la mesa de un salón
que pide a gritos
una,
o dos,
o tres manos de pintura.
Toda la casa,
el pueblo entero
pide algo a gritos
desde la húmeda desolación
del fondo del valle,
prácticamente olvidado
y rodeado de alambradas
tras la guerra que rodó
por encima del país.

Un país azotado desde entonces
por sequía, incendios, plagas
y niveles peligrosos
de radiación gamma.
Un país en cuarentena,
deshabitado e inerte,
por el bien del planeta.

Y del planeta al sistema,
de la galaxia al universo.

Y detrás del universo,
tú.

Pero el círculo no se cierra
porque no es ningún círculo,
todo es recto y lineal
y yo ni siquiera sé
cómo quitarme este maldito jersey.

viernes, 11 de noviembre de 2011

La garrapata circunscrita



La garrapata
explora pausadamente un pantalón
y descubre una mancha reciente de yogur
perfectamente circular.

Durante un segundo
se detiene en el centro de la mancha
satisfaciendo su hematófaga curiosidad,
y durante ese segundo
la garrapata en el círculo
es la insignia
que llevan bordada en la chaqueta
los soldados de algún escuadrón suicida,
el logotipo de una sospechosa franquicia
de restaurantes de cómida rápida
en Plymouth,
el ojo irritado
de un vendedor de seguros noctámbulo
o la imagen con que se representaba
a Dios
según una misteriosa y antigua
secta centroamericana.

Después
la garrapata echa a andar,
y la mancha vuelve a ser un residuo lácteo
y la garrapata vuelve a ser una garrapata,
de la que valdría más deshacerse
antes de que le muerda a uno.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

lunes, 7 de noviembre de 2011

Retrofábula



Salió de su cueva
y caminó durante días
sobre las nieves perpetuas.

Cuando divisó el poblado
esperó a la noche,
buscó y secuestró a dos niños,
los arrastró a su guarida
y los devoró con ansia.

Poco después vomitó,
dio forma a dos niños
con sus manos peludas
y les devolvió la vida
con un soplo helado.

Los arrastró hasta el poblado,
esperó a la noche
y los dejó en sus cabañas.

Sobre las nieves perpetuas
caminó durante días
y entró en su cueva.

El rebobinable hombre de las nieves
volvía a tener hambre.

viernes, 4 de noviembre de 2011

DesOrientación



No quiero que el gran Yi
derrame sobre mis rudas manos
un torrente infinito de jade.

Ni el poder de danzar
sobre el agua de un estanque
mientras oigo las flores
del loto sagrado
respirar a mi alrededor.

No quiero ser el hombre
al que alaban por sus palabras,
porque no creo
en las palabras de los hombres.

Mi alma solo necesita ver,
tras el largo camino de vuelta,
mi cabaña, allí a lo lejos.

Justo allí,
en ese rincón de tu espalda.