
En mi cabeza hay trenes
llenos de asesinos
que cantan como sirenas,
dioses-gato que cambian
a su antojo
el nombre de los planetas,
montañas de puré de cactus
y nubes de vidrio.
El miedo es a la vez
comestible y depredador,
enormes moluscos deambulan erguidos
por los páramos,
el viento arrastra
pesados bloques de gelatina
y la gente explota cuando se ríe.
¿Acaso querrías tú vivir allí?
Créeme cuando te digo
que te hago un favor
no incluyéndote en mis pensamientos.