miércoles, 1 de junio de 2011

El licnobio funambulista


Vivía siempre con miedo a darse un buen trompazo,
si caía desde allí tendría que dejarlo todo, para siempre.
Y dar explicaciones,
y devolver las llaves.
Pensó entonces en su boca y se agarró fuerte a su paraguas,
olió su pelo,
toco su piel,
puso un pie detrás de otro, apagó la lamparita y después
se dejó caer.

3 comentarios:

  1. Buff, pues se han humedecido un poco los akais, amigo...

    M

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  2. a corderetas con mi alma2 de junio de 2011, 1:30

    ¡Cuánta nostalgia nostálgica!
    Siempre me impresionan esos textos tan suyos, querida Norma.

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  3. Es que Norma es mucha Norma ;)

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